El prestigioso inmunólogo Drew Weissman, galardonado con el Premio Nobel a sus 64 años, se encuentra en un punto culminante de su carrera, acelerando en lugar de retirarse. Su reconocimiento más reciente fue otorgado por su trabajo pionero en la tecnología del ARN mensajero, la base de las vacunas contra el COVID-19 que revolucionaron la lucha contra la pandemia. Su colega y amiga, la bioquímica húngara Katalin Karikó, le comunicó la noticia en un inesperado mensaje en medio de la noche. Ambos se sorprendieron y se preguntaron si era una broma antes de que se confirmara oficialmente su victoria.
Weissman ha acumulado una serie de premios a lo largo de su carrera, pero el Nobel siempre fue su mayor aspiración desde que era un niño curioso de cinco años. A pesar de haber contribuido a la lucha contra un virus que cobró la vida de millones de personas en todo el mundo, Weissman está lejos de considerar la jubilación. Su familia bromea sobre su ritmo de trabajo, pero él se siente en su mejor momento.
Uno de sus principales objetivos es perfeccionar las vacunas de ARN mensajero contra el COVID-19, buscando desarrollar vacunas universales que superen la necesidad de refuerzos anuales. Su equipo internacional está trabajando en una vacuna «pancoronavírica» que debería proteger contra todas las futuras variantes y posibles transmisiones de coronavirus desde murciélagos a humanos. Utilizando la inteligencia artificial, han rastreado las estructuras genéticas de los coronavirus en busca de regiones conservadas que permitan una protección continua. Los ensayos en humanos están programados para comenzar en los próximos seis meses, y Weissman está convencido de que esta será la vacuna definitiva.
Además de su enfoque en el COVID-19, el laboratorio de Weissman está desarrollando numerosas vacunas de ARN mensajero para una variedad de enfermedades, desde trastornos autoinmunes hasta alergias alimentarias y cardiopatías. Este amplio campo de investigación ha sido posible gracias al reconocimiento mundial de la importancia del ARN.
En contraste con su relativo anonimato en las décadas de 1990 y 2000, Weissman ahora trabaja activamente para combatir la desinformación sobre las vacunas y promover la equidad en la distribución de la tecnología del ARN. Aborda la resistencia a las vacunas a nivel mundial y colabora en la creación de centros de producción en países de bajos y medianos ingresos, asegurando que la tecnología del ARN esté disponible para todos. Su compromiso radica en dar acceso a esta tecnología a nivel local, donde puede hacer una diferencia real, incluso en enfermedades que apenas afectan a los países desarrollados.
Adaptado de AFP.