En las profundidades de la Amazonía brasileña, específicamente en la remota aldea de Nova Esperança, un indígena, cuyo cuerpo está adornado con tatuajes rojos que evocan las marcas del jaguar, se sumerge en el mundo virtual a través de TikTok. Un vídeo titulado «Si yo fuera rico» provoca una risa sincera que se mezcla con el murmullo del follaje circundante.
Este encuentro entre lo ancestral y lo moderno ha sido posible gracias al despliegue de Starlink, la red de satélites que rodea la Tierra, orquestada por el magnate estadounidense Elon Musk. Las brumas de lo tradicional ceden paso a los destellos digitales en el pueblo matsés, situado en el corazón del Valle del Javarí. Esta región, resguardada por densos bosques, es hogar de comunidades indígenas que hasta hace poco permanecían aisladas del ajetreo del mundo exterior.
El ansiado acceso a la conexión estelar llegó con el respaldo financiero del gobierno local, irrumpiendo en el Valle del Javarí como un haz de luz en la selva. Los habitantes de Nova Esperança se congregaron para ser testigos de la instalación de la antena, coronada por un panel solar, una ceremonia tecnológica que transformó el techo de la escuela en un punto de contacto con la era digital. En menos de media hora, la aldea se conectó con una realidad global que se despliega a más de 500 kilómetros y varios días de viaje en canoa de las urbes más cercanas.
Este acceso a internet, hasta hace poco un privilegio raro en esta remota región del noroeste brasileño, que colinda con las fronteras de Perú y Colombia, no solo representa una ventana a la información y la comunicación, sino también una oportunidad para cimentar sueños previamente inalcanzables. César Mayuruna, el único concejal indígena de Atalaia do Norte, el municipio adyacente, enfatiza la perspectiva de formar profesionales en diversas disciplinas, desde ingenieros civiles hasta abogados, todo ahora a su alcance.
Sin embargo, la llegada de la conectividad, que ya cuenta con alrededor de 50,000 usuarios en todo Brasil, despierta aprehensiones en aquellos que guardan celosamente las tradiciones ancestrales. Además, existe la preocupación de que la red pueda ser utilizada por aquellos que explotan ilegalmente la tierra indígena, planteando desafíos adicionales.
Los matsés, una de las siete etnias contactadas en el Valle del Javarí, la segunda reserva indígena más grande de Brasil, enfrentan un delicado equilibrio entre la modernidad y la herencia ancestral. A pesar de haber abrazado algunas facetas de la civilización occidental en la década de 1970, mantienen sus adornos tradicionales, practican la caza y la pesca, y lucen tatuajes en sus rostros como símbolos de sabiduría y experiencia.
La llegada de internet también revitaliza las relaciones dentro de la comunidad. Los que poseen teléfonos móviles, principalmente los jóvenes que ocasionalmente visitan la ciudad de Atalaia, establecen su primera conexión con la red global. Raúl, el cacique, también ha adoptado la tecnología, utilizando WhatsApp para mensajes de audio, mientras que su hijo Assis explora diversas aplicaciones.
Bene Mayuruna, Presidente de la Organización General del Pueblo Matsés (OGM), enfatiza la importancia de la conectividad para mantener los vínculos entre el trabajo y la familia, superando las barreras geográficas y de comunicación que solían ser insuperables en lugares como Nova Esperança.
La red también ofrece un potencial significativo en términos de atención médica y emergencias. El organismo de salud indígena SESAI, que presta servicios a la mayoría de las comunidades de Javarí, puede beneficiarse de la conectividad para atender situaciones urgentes y mejorar su cobertura. Fabio Rodrigues, enfermero de SESAI, celebra cómo la red Starlink proporcionará un enlace más confiable que la única radio en la aldea, lo que resulta crucial en situaciones de emergencia.
No obstante, las preocupaciones persisten entre los matsés que valoran profundamente sus tradiciones. La antena de Starlink ha provocado reuniones de ancianos para discutir las pautas de uso. Las restricciones nocturnas han sido establecidas, permitiendo excepciones para educadores, personal médico y líderes comunitarios. Además, la comunidad se reserva el derecho de apagar la señal durante actividades como la caza, la pesca y las ceremonias tribales, en un esfuerzo por preservar la conexión con sus raíces.
A pesar de las incertidumbres, la aldea Nova Esperança ve con esperanza su acceso a internet como un escudo protector para el peligroso río Javarí, donde los aborígenes se enfrentan a amenazas constantes de pescadores ilegales, narcotraficantes y piratas. Sin embargo, la conexión no está exenta de desafíos, como los problemas de mantenimiento y la dependencia de generadores y paneles solares para obtener energía.
Mientras el ayuntamiento de Atalaia do Norte se compromete a extender la red a 62 aldeas más antes de que termine el año, el impacto político de esta red en la región no pasa desapercibido. Con las elecciones locales en el horizonte, la conectividad también adquiere una dimensión política.
A medida que los matsés exploran las maravillas y desafíos de la era digital, una pregunta persiste en sus mentes: ¿Cuáles son las motivaciones detrás de la presencia tecnológica de Elon Musk en el corazón de la Amazonía? Aprendieron que con los forasteros, rara vez hay ofrendas sin expectativas.
Adaptado de AFP.