El arte cobra otro sentido cuando las mujeres toman el escenario. Mayuko Kashiwazaki, adornada con su vestimenta de kimono, irradia gracia mientras danza en el papel principal de una obra de teatro japonés Noh, donde la mayoría de los artistas son mujeres.
Siendo un estilo teatral que data del siglo VIII, el Noh, declarado por la Unesco como “Patrimonio cultural inmaterial”, se ha convertido en parte de la cultura artística de Japón. Sus trajes elaborados y máscaras confeccionadas a mano demuestran que todo el proceso detrás de la obra, implica un contacto íntimo del ser humano con las telas y los materiales, que se transformaran en su piel durante el show.
En un país como Japón, donde el arte del Noh perdura a lo largo del tiempo, compitiendo con clásicos como la lucha de Sumo, un deporte predominantemente masculino, el hecho de que las mujeres están emergiendo en este escenario es un testimonio de sus habilidades y de su lucha por encontrar su lugar en una sociedad históricamente no igualitaria.
Actualmente las mujeres representan solo el 15% de los 1.039 actores y músicos registrados con la Asociación de Artistas Nogaku. Y sus oportunidades de aparecer en el escenario son «relativamente limitadas» para Kashiwazaki, quien es la protagonista en «Dojoji», un exitoso drama sobre la venganza de una mujer traicionada, evento que tuvo lugar en el Teatro Nacional Noh de Tokio.
Al acabar el Show, la artista se sintió emocionada aunque intrigada por el futuro del Noh, pues la esencia del arte se encuentra en las mujeres, sin embargo la ausencia de difusión artística y la falta de oportunidades han creado un “Círculo vicioso”. No obstante, mujeres como Kashiwazaki son la primera luz de esperanza, para la supervivencia del arte.
Adaptado AFP