En un rincón de la nación donde el rugby femenino encuentra dificultades para florecer, emerge la inspiradora historia de Cristina Stan, una joven de 16 años que ha tomado las riendas de su destino en busca de un sueño: convertirse en una jugadora profesional.
En medio del terreno desgastado de un campus universitario en la capital de Rumania, se desarrolla un emocionante capítulo de la historia deportiva. Cristina Stan lidera con determinación a su equipo, el CSM Bucarest, mientras el balón fluye bajo la atenta mirada de Nicolae Ungureanu, exjugador internacional de rugby a siete y actual entrenador del equipo.
A su lado, se encuentra Meda Cozmanciuc, una talentosa saltadora de garrocha que ha traído las innovadoras técnicas del atletismo para enriquecer el entrenamiento de este novel conjunto femenino de rugby a siete.
Un equipo en pleno crecimiento, en un escenario que hace apenas un año era un sueño lejano.
«Mi inicio en el rugby fue a través del equipo masculino, antes de que el CSM tomara la decisión de forjar un equipo femenino», comparte Cristina con la AFP. En aquel entonces, era la única jugadora en su club y fue ella quien catalizó la creación de esta nueva unidad deportiva.
Dos años después de su debut en el rugby, la joven rumana dedica tres sesiones de entrenamiento por semana en el estadio y complementa con rigurosa práctica diaria en su hogar, siguiendo el plan diseñado por su experimentado entrenador. Su vida, una sinfonía al ritmo del rugby, no está exenta de sacrificio.
Cuando no reside en el internado de su escuela secundaria en el corazón de Bucarest, pasa más de una hora en los medios de transporte públicos para llegar al estadio desde su hogar en el tranquilo pueblo de Ciorogarla, donde comparte su vida con su madre.
El rugby ha modificado el compás de su vida, y sin embargo, esta joven jugadora permanece inflexible en su determinación de alcanzar las cumbres del deporte. Con convicción, visualiza su inclusión en el equipo nacional a partir del «próximo año».
En vísperas de la edición masculina de la Copa Mundial de Rugby 2023 en tierras francesas, la Agence France-Presse (AFP) ha convocado a 20 jóvenes fotógrafos, cada uno representando a un país clasificado, para capturar una faceta de la cultura local del rugby. En asociación con Canon, estas narrativas visuales, que abarcan desde Namibia hasta Fiyi, pasando por Georgia o Chile, tienen el propósito de reflejar los sólidos valores que el rugby encarna.
Adaptado de AFP.